El carácter y trayectoria de Héctor Macedo le permitirán asumir el reto más complejo del sistema jurídico mexiquense
En septiembre se renovará la presidencia del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México, y con ello se abre una grieta —tal vez única— para desmontar el andamiaje de privilegios que ha sostenido a la llamada casta judicial. Héctor Macedo, electo para encabezar el Poder Judicial estatal, no llega como improvisado ni como cuota: su carácter y trayectoria le permiten asumir el reto más complejo del sistema jurídico mexiquense. La exigencia social es contundente: limpiar de nepotismo los pasillos de los juzgados, abrir al escrutinio público el gasto y las decisiones, y convertir la justicia en un bien público, no en una transacción de élites togadas. La opacidad, que ha sido norma, deberá ser sustituida por una ética de la exposición. Si Macedo es congruente, sabrá que la legitimidad no se hereda: se construye combatiendo lo que durante décadas fue intocable. Un Poder Judicial útil para la gente empieza por desmontar los mecanismos que lo hicieron útil para unos cuantos.
